He nacido en otoño, de bellos tonos crepusculares cobijado, cuando los grandes bosques trascienden hacia la vejez de sus tantas vidas.
Tan hermoso paisaje, saturado de color naranja y de fresco aroma mezclado de las delicias que arrastra el viento.
"Soy un ser de otoño" ... al fin me he dado cuenta, que es la estación más eterna.
La rápida primavera que asemeja a un torbellino de juventud en el alma, va pasando de una manera veloz y deja muy poco que recordar.
Los veranos son más estrechos a los recuerdos, sin embargo, la brisa calurosa con algunas ocasionales lluvias perdidas, no permean el tiempo de la memoria.
Pero el otoño, ¡Oh, el otoño! El tiempo, sin duda se alenta, no como el invierno que todo paisaje paraliza. Todo el recorrido de sucesos pasados se renuevan, como si estuvieran bajo esas hojas caídas de los arboles, que al remover un poco, brotaran tan nítidos y vividos como los lejanos días.
Solitario o acompañado, cada quien cobija su alma con diversas formas en la estación castaña, que pierde esos colores madera cuando el sol se recuesta sobre las montañas regocijado en tono rojizo.
La luna se asoma, su rayos no parecen ser tan diferentes, sin duda su presencia crece y el frío viento la acompaña, pero por alguna razón es un disfrute la noche cotidiana.
Soy un ser de otoño, nacido en un estación mítica, dónde las antiguas culturas se refugiaban en ritos de magia, candiles, palabras y sueños nocturnos de vida.
Aún en lo más lejano se escuchan poesías bohemias, en algún café de las ciudades, se entonan canciones variadas acompañando a las letras no tan olvidadas.
"Soy un ser de otoño", de alegres tonos musicales, que sólo el invierno dormirá hasta otro ciclo estacional.
¿Qué sera de mi cuando el sol ya no brille más en mi alba y el aroma se pierda en aquella obscuridad?
Las castañas seguirán, los atardeceres enrojecerán y las noches a la luna y estrellas de nuevo adornaran, sin embargo, otro ser otoñal las apreciara.
Al fin me he dado cuenta, que es nacer bajo la eternidad...
Autora: Elvira Álvarez F.